La dislexia es una deficiencia de la lectura, la escritura y el aprendizaje. La dislexia viene causada por una alteración de las zonas del cerebro donde se encuentran las funciones del lenguaje. Como consecuencia, las personas que sufren dislexia tienen dificultades para reconocer ciertos tipos de información.
Es un trastorno que no desaparece con la edad, aunque sí existen terapias que ayudan a mejorar los resultados y a elaborar estrategias que favorecen el aprendizaje. En todos los casos la detección temprana de la dislexia es de gran ayuda.
Cómo detectar la dislexia
Un menor con problemas de comprensión y de atención, que no obtiene buenos resultados a pesar de esforzarse, puede esconder un problema de dislexia. El esfuerzo que deben hacer para conseguir pequeños logros es tan grande que finalmente llega la falta de atención y el rechazo a las actividades escolares. Esto suele achacarse a desinterés por aprender cuando, en realidad, es fruto de la frustración.
La dislexia es un trastorno del aprendizaje que va cambiando según van haciéndose mayores. Se pueden apreciar manifestaciones ya a la edad de 3 a 5 años, que se van haciendo más evidentes según van creciendo. Suele afectar a la memoria, al vocabulario, a la motricidad e, incluso, al habla, aunque varía según la persona, que puede mostrar todas o sólo algunas de las señales conocidas.
Entre las manifestaciones de la dislexia más habituales podemos encontrar las siguientes, aunque no son las únicas:
- En edades tempranas, dificultad para aprender a hablar y para la psicomotricidad fina (el uso de tijeras, lapiceros). No aprenden bien conceptos básicos (colores y formas) y, si aprenden símbolos, algunos los escriben al revés (en espejo).
- Dificultades en la lectura y la escritura.
- Dificultad para relacionar los sonidos con sus letras y las letras con sus sonidos.
- Dificultad para escribir o copiar letras, números y símbolos en el orden correcto.
- Confusión al pronunciar.
- Dificultad para leer en voz alta: mala entonación y pausas incorrectas.
- Dificultad en la comprensión de textos; una vez leídos, no conserva las ideas fundamentales.
- Falta de memoria a corto plazo.
- Mala organización, especialmente en lo relacionado con el lenguaje escrito.
- Problemas con las operaciones matemáticas y sus símbolos.
- Habilidades sociales escasas.
- Malas habilidades motoras.
¿Cómo ayudar a un niño con dislexia?
Al tener una base neurobiológica, las dificultades asociadas a la dislexia no desaparecen en ningún momento de la vida. Por su impacto sobre el aprendizaje hace que una niña o un niño con dislexia vea cómo sus resultados escolares se resienten, a pesar de su dedicación. Esto también tiene consecuencias en su desarrollo emocional; es habitual que sufran baja autoestima y/o dificultades para relacionarse.
Si se observan algunos de los síntomas anteriores u otros parecidos, lo primero es visitar a una persona especialista que pueda evaluar si efectivamente se trata de dislexia o no. En caso afirmativo, es necesario empezar a trabajar nuevas estrategias de aprendizaje e incluso en el ámbito emocional.
Según la edad, es conveniente que se les explique lo que le ocurre: le ayudará a comprender sus dificultades y probablemente a reducir el nivel de ansiedad y de frustración. Al trabajo en casa se añade una adaptación del colegio a las nuevas necesidades detectadas en el escolar.
Hay que tener en cuenta que cada caso es diferente y exige terapias distintas que hay que evaluar. Trabajando juntos y estableciendo hitos realistas individualizados podemos conseguir grandes avances en los resultados de aprendizaje y contribuir a que tengan un desarrollo emocional sano y equilibrado.