María Montessori ideó, a principios del siglo XX, un método de enseñanza basado en el principio de que las niñas y los niños deben ser libres para aprender y desarrollarse según sus inquietudes, en un ambiente de comprensión y cariño que sea estimulante, siendo protagonistas de su propio aprendizaje.
Educar niñas y niños felices con el método Montessori
Esta educadora italiana desarrolló este sistema para aplicarlo en centros de enseñanza, pero sus principios básicos se pueden trasladar perfectamente a la educación en el hogar.
Destacan tres puntos básicos en el sistema Montessori: el amor, el ambiente y su relación con el ambiente.
- El amor se traduce en respeto durante la infancia, dándoles libertad, confiando en su potencial y valorando sus esfuerzos y logros.
- El ambiente debe ser estimulante, amoroso y motivador. Por una parte, hay que enseñarles paso a paso y, por otro lado, es necesario dejarles que prueben, que se equivoquen y que lo vuelvan a intentar, hasta que encuentren la solución. Nuestro ejemplo, como progenitores y educadores, es fundamental: les servimos de modelo y repiten nuestros comportamientos.
- El ambiente físico también es importante. Un espacio Montessori es un lugar donde todo está al servicio de su desarrollo; un entorno amigable, que se preste a la exploración, con objetos a su alcance y apropiados para cada edad.
Cómo educar a menores independientes
Siguiendo los consejos de María Montessori, en la infancia se puede crecer feliz e independiente. El objetivo final es lograr que sean personas seguras, que se valgan por sí mismas y que no busquen la aprobación de quien les rodea.
El primer requisito indispensable para educar niñas y niños independientes es concederles autonomía, adaptada a la edad y ritmo de cada uno. Las personas adultas, por su parte, se convierten en guías durante todo el proceso, procurando un ambiente estimulante y seguro a lo largo de todo el aprendizaje.
Empezando a ser independientes entre los 2 y 3 años.
A esta edad ya pueden moverse y manipular objetos con soltura, y comprenden ideas básicas. Es el momento ideal para empezar a darles responsabilidades sencillas, adaptadas a su edad, como poner sus juguetes en una caja, tirar las cosas a la basura o quitar el polvo de las baldas que están a su altura.
Tareas de los 4 a los 6 años.
Las tareas se van complicando y cada vez pueden participar más en las labores cotidianas y en su propio cuidado. El refuerzo positivo es un gran estímulo para ayudarles a crecer felices y con seguridad en sus personas. Es fundamental enseñarles con paciencia, animándoles y reconociendo sus esfuerzos y sus logros.
En esta etapa pueden encargarse de recoger sus juguetes, preparar la mesa, alimentar a sus mascotas o hacer la cama, entre otros.
Independientes y responsables entre los 7 y 9 años.
En esta etapa son mucho más autosuficientes. Con esta edad pueden hacer tareas más complicadas, como preparar alguna comida sencilla o poner la lavadora, pero el salto más importante es que pueden empezar a ser personas responsables, en exclusividad, de sus tareas. Según van demostrando su capacidad para gestionarlas de manera autónoma, irán ganándose nuestra confianza y su propia independencia.
¿Qué pasa si me gusta el método Montessori, pero ya son mayores?
Montessori parte de la base de que cada persona tiene su ritmo y hay que respetarlo. Por tanto, estas indicaciones son orientativas. Pretender que asuman responsabilidades que les resulte inalcanzables o estén lejos de poder asumirlas, puede ser causa de frustración y desánimo. Igualmente, puede suceder que estén en disposición de realizar tareas más complicadas. Depende de las aptitudes de cada menor, por eso hay que observar y adaptarse a su evolución personal.
Si quieres empezar a aplicar las técnicas Montessori en casa, puedes ir probando con responsabilidades de diferente intensidad, hasta encontrar el ritmo adecuado. En función de la autonomía que hayan disfrutado previamente, y de sus propias aptitudes, será más o menos fácil.
El Método Montessori también es un reto para la mayoría de progenitores y educadores, que deben aprender a dejar de interferir en el proceso de aprendizaje de sus hijas e hijos para darles esa libertad que necesitan para explorar y aprender.